Desde el comienzo de los tiempos algo más que las meras fronteras
geográficas han separado a los seres humanos. El concepto de suelo es precedido
por el de clan, un clan que simboliza algo más que familia y unidad, pues
también es y simboliza la sangre: el lugar en donde se haya intrínseco el
conocimiento innato de cada pueblo, etnia, raza. Es en la sangre donde residen
los conocimientos y las facultades que de manera innata tenemos y desarrollamos
a lo largo de nuestra mundana vida. C. G. Jung teorizó sobre el Inconsciente
Colectivo en una época en la que la ciencia genética –el cromo y el soma–
todavía se encontraba en sus albores, sobre la memoria de la sangre, a lo que
cada uno de nosotros somos por naturaleza y por ende es lo que nos une a
nuestro clan. La cultura, en definitiva, es la expresión terrenal de lo que somos,
de quienes somos, residiendo en ella la semilla de la cual estamos hechos:
nuestra sangre. La conclusión evidente de lo que exponemos es que nuestra
cultura es la plasmación de nuestra sangre y nuestra tierra, más allá de las
naciones y/o estados.
Tras la finalización de los movimientos migratorios prehistóricos,
el establecimiento de los clanes en lo que serán sus sedes históricas conducirá
a conformación, siguiendo una serie de pautas étnico-raciales en lo referente a
la tierra, de poblados, regiones, provincias, naciones, estados y continentes.
Desde una perspectiva macro-racial, las poblaciones pertenecientes a la
tipología négrida quedó recluida en el África subsahariana, América fue el
teatro de procesos de racialización de grupos xantocroicos procedentes de Asia,
mientras que el nervio de esta tipología racial (la macro-raza mongólida se
extendía por la parte oriental del continente asiático. Por último, la raza
európida se mantiene desde las profundidades de la Prehistoria en Europa. Es de
esta manera como cada una de las diferentes razas desarrolló de manera propia
una cultura, unos valores, una espiritualidad... que los hacía y los hace
característicos de sí mismos y heterogéneos entre ellos, siendo esta
heterogenia la mayor belleza de los pueblos del mundo, sus diferencias.
Un repaso
por nuestra Historia
No es necesario hablar de los logros de cada una de las etnias y/o
razas que viven bajo el azul del firmamento, pero sí de sus respectivas
aptitudes, que a lo largo de la Historia se han reflejado en construcciones
culturales muy diversas.
Santiago en la Batalla de Clavijo. Obra de José Casado del Alisal, 1885.
El Islam no es una religión en un sentido más completo de lo que
este término denota en el Occidente profano. El Islam en tanto que religión
constituye una filosofía de vida y una forma de actuar, ser y pensar. En una
palabra, se trata de una Cosmovisión. Demostrado está que es un sistema
imperante en una cantidad importante de países de todo el mundo y que a día de
hoy es la religión con mayor número de adeptos en el planeta, algo que se ha
logrado más por la natalidad creciente de los países musulmanes, (árabes o no),
frente a la decreciente en los países occidentalizados, que por proselitismo y
captación de adeptos. Y precisamente uno de los pilares sobre los que se basa
el Islam es la obligatoriedad de que todo musulmán trabaje para la conversión
de todos los «infieles» a la única fe verdadera y la transformación del
planeta, manu militari si fuere
necesario, en un orbe islámico.
Mapa del Imperio Otomano a las puertas de Viena
Siguiendo esta lógica, desde antaño el Islam ha tenido como
objetivo la conquista de Europa. En forma de tenaza, los ejércitos del Único
avanzarán por Occidente y por Oriente. Al oeste, Covadonga en el año 722 supuso
un hito en la historia de este enfrentamiento, el inicio de una resistencia y
un proceso reconquistador que durará siglos, victoria que pudo fructificar
merced a que, poco después, en las landas de Poitiers (732 d.C.), los francos
de Carlos Martel lograron frenar el avance musulmán hacia Europa. Al este, la
batalla de Lepanto en 1571, donde la Liga Santa se enfrentó en inferioridad
numérica en alta mar al Imperio Otomano. Fue el punto de inflexión en un
enfrentamiento en el que el progresivo avance islámico se leía en Occidente
como algo inexorable. Miguel de Cervantes, apodado tras la batalla como El
Manco de Lepanto,
escribirá: «la más memorable y alta
ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros». Una
inflexión, pero no la muerte de la voluntad de sumisión de Europa a la voluntad
del Misericordioso. En 1683 la ciudad de Viena fue el escenario de la batalla
de Kahlenberg. Viena será el rompeolas sobre el que morirá la última ofensiva
militar islámica hacia la tierra de nuestros padres. Tras varios meses de
asedio del mayor ejército musulmán desde los tiempos de Saladino, el Imperio
Otomano llegó a sitiar la ciudad hasta en dos ocasiones. Incluso el Papado se
vio obligado a llamar a la cruzada a toda la Cristiandad para defender la
ciudad. Y una vez más, en inferioridad numérica los ejércitos europeos
derrotaron al invasor.
Representación de la Batalla de Viena, 1683.
Ser
pragmáticos
Finalizada la era de la agresión abierta, la estrategia y la
táctica de expansión han cambiado. Si se analizan pasado y presente, podemos
observar que, sin guerras, la población musulmana, la Umma, la comunidad de los creyentes, está creciendo en Europa a un
ritmo desenfrenado, tanto por migración como por natalidad, en paralelo a la
mayor crisis de natalidad de su historia a la que, a su vez, se enfrenta el
pueblo europeo. Ha dado comienzo una inversión de la pirámide demográfica, de
manera que en muchas regiones europeas es mayor el número ancianos que de
nacimientos.
Europa va rumbo hacia la desaparición, está escribiendo su propio
final sin ni siquiera tomar medidas para solucionarlo y sin asumir la gravedad
del hecho de que la población musulmana en el continente europeo ascendía en
2011 a 44 millones de residentes. Se calcula que para el 2030 serán 58 millones
los musulmanes en una tierra que lleva derramando su sangre desde hace casi
milenio y medio para evitar que entren, para evitar la desaparición. En definitiva,
somos parte lo que realmente fuimos y seremos lo que a partir de hoy forjemos.
Los denominados por el Gobierno de Cataluña como "Els Nous Catalans".
La propuesta soberanista de CIU beneficia a muchos intereses menos a los intereses del verdadero pueblo catalán.
El mito de la sociedad multicultural se ha derrumbado ya hace
tiempo. Culturas humanas radicalmente diferentes no pueden compartir un mismo
espacio geográfico y político. Y no hay que olvidarlo jamás: somos diferentes,
es un hecho y a su vez es una virtud, puesto que si todos fuéramos iguales...
que aburrimiento.
Una imagen vale más que mil palabras. Manifestación islamista en el Reino Unido.
La cultura es verdaderamente "lo que permanece cuando se lo ha olvidado todo"; sensibilidad, inteligencia e ímpetu.Madame de Stael
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/notes/xavier-marie-de-mahieu/proletariado-y-cultura-jaime-maria-de-mahieu-1967-capitulos-i-y-ii/325788714102634
...Si pero la propia Europa decide...su suicidio. Sólo los hombres libres, sin poder, podríamos evitarlo difícilmente. La historia decide y decidirá. Nos quedará el honor de no haber cedido ante la mentira del sistema, de combatir en una lucha cultural, de ideas, apenas política...y poco más. Sabemos que es poco, pero no podemos hacer menos. Una vez más, las tinieblas sobre Occidente se aproximan: el Destino va a decidir.
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